jueves, 8 de febrero de 2024

Matilda y el "efecto Matilda" en la ciencia.

Los alumnos de inglés han leído el libro de Matilda en inglés y luego han realizado un trabajo de investigación sobre los temas más reivindicativos que aparecen en el libro y sobre sus personajes. 

Además, han investigado sobre diferentes mujeres científicas a lo largo de la historia para conmemorar el Día de la niña y la ciencia.

Os dejo algunas evidencias 









11 de febrero, Día Internacional de la
Mujer y la Niña en la Ciencia

De hecho, lo que muchas científicas han padecido en su carrera han
sido trabas, zancadillas y despropósitos. Para recordarlas, y para
seguir trabajando por una igualdad de facto, la Asamblea General de
las Naciones Unidas proclamó en el 2015 el día 11 de febrero como
el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia.

Esta
“invisibilidad” de la mujer en la ciencia es un
fenómeno que tiene hasta nombre:
 el

“efecto Matilda”,
identificado por la historiadora de la ciencia Margaret W. Rossiteren
1993, y denominado así en honor a Matilda Joslyn Gage, sufragista
que denunció este fenómeno.
Este efecto causaría que a un científico, por el mero hecho de ser
mujer, el sistema de recompensas de la ciencia le beneficiara menos
(o nada) que a sus homólogos varones, y recibiese menos
reconocimientos, llegando incluso a la negación de autoría.

Científicas bajo el efecto Matilda

Jocelyn Bell Burnell: esta astrofísica irlandesa descubrió, antes que
nadie, la radioseñal de un púlsar (estrellas que emiten radiaciones
intensas a intervalos cortos y regulares) mientras realizaba su tesis
doctoral en el equipo del astrofísico Tony Hewish. Adivinad cuál de los
dos científicos recibió el premio Nobel por este descubrimiento que
Jocelyn realizó. Exacto. Tony Hewish.

Lise Meitner: Meitner ha sido otra de las víctimas del efecto Matilda,
pero además también fue víctima del antisemitismo. Nacida en 1878
en el seno de una familia judía en Viena, Meitner se especializó en
Física, campo en el que obtuvo su doctorado con calificación summa
cum laude en la Universidad de Berlín. En 1938 tuvo que abandonar
esta institución debido a las leyes antisemitas, viéndose obligada a
refugiarse primero en Suecia, y luego en Inglaterra. En 1939 explica,
en un artículo publicado en la revista Nature, el fenómeno de la fisión
nuclear, que estudió junto a su colega Otto Hahn. Nuevamente,
¿quién se llevó el premio Nobel? Hahn. Sólo Otto Hahn. Meitner
abogó toda su vida por un uso pacífico de la energía nuclear, y su
oposición a la bomba atómica fue férrea.

Rosalind Franklin: Franklin fue artífice de muchas investigaciones
que hoy nos ayudan a comprender la estructura del ADN. Tras
doctorarse en Cambridge, Franklin pasó tres años en laboratorios de
París y Londres. Allí en Londres fue donde cruzó su camino con
Maurice Wilkins. Franklin, a quien Wilkins confundió por asistenta por
el mero hecho de ser mujer, comenzó a trabajar en el proyecto de
Wilkins, que había estado meses inactivo. Entre 1951 y 1953, Franklin
estuvo muy, muy cerca, de resolver la estructura del ADN. Cuatro
años después del fallecimiento de la genetista, Maurice Wilkins recibió
el premio Nobel en 1962 por el modelo de doble hélice de ADN. El
debate sobre el reconocimiento que se le debe a Franklin aún
continúa.

Marie Curie: Marie Curie, Maria Sklodowska, fue la muestra perfecta
de que en equipo funcionamos mejor. Desde muy joven, sintió
inclinación por las matemáticas y la física, aunque las trabas que tenía
la mujer por aquel entonces para acceder a la educación, sumadas al
hecho de que su familia no tenía recursos económicos, hizo que Curie
se enfrentara a numerosas dificultades, siendo la emigración una de
ellas. En París, donde se mudó, conoció a Pierre Curie, a quién acudió
para que la orientara con uno de sus estudios.

El cómo siguió esta relación es ya conocido por todos. Pero lo que
quizás no es tan sabido es que Pierre abandonó su propio
trabajo para centrarse en el de su mujer, sobre el descubrimiento de
dos materiales altamente radiactivos, el polonio y el radio. Tras la
obtención del primer premio Nobel, que quiso compartir con su marido,
en 1903, así como con Henri Becquerel, en 1911 recibió su segundo
Nobel. Por aquel entonces, muchas voces preferían premiar sólo a

Becquerel y a Pierre. De hecho, sólo él fue nombrado catedrático
en La Sorbona tras el reconocimiento de la academia sueca (tras el
fallecimiento de Pierre, Marie consiguió la cátedra no
obstante). Tampoco fue admitida en la Académie des sciences,
quien en su lugar aceptó a Édouard Branly, con infinitos menos
méritos que la científica polaca.

Además de haber ganado dos premios Nobel (algo de lo que sólo
pueden presumir 3 personas más en la Historia) Curie también
desarrolló una importante labor humanitaria durante la I Guerra
Mundial, creando ambulancias radiológicas (conocidas como “petites
Curies”) que pudieran llevarse al frente y detectar así fracturas, daños
en órganos, u objetos extraños dentro de los cuerpos de los heridos.
Formó a 150 técnicos en rayos durante la guerra.

María Teresa Salazar: las españolas también han sufrido el efecto
Matilda en carne propia. Salazar se doctoró con premio extraordinario
en 1931, y obtuvo una plaza en la Facultad de Ciencias de la
Universidad de Madrid. La dictadura franquista truncó su carrera como
científica, al igual que la de su coetánea Piedad de la Cierva. Ambas
se presentaron a unas oposiciones a catedrático de la universidad. El
tribunal prefirió dejar la plaza desierta a otorgarla a una mujer,
según recoge la catedrática de Química Inorgánica en su
libro SABIAS. La cara oculta de la ciencia.
Estas son solo algunas de las víctimas de la discriminación
(consciente o no) que han padecido las mujeres en las ciencias,
pero la lista podría extenderse ad infinitum.

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